No hay duda en el consenso de que las elecciones presidenciales en Estados Unidos han sido uno de los procesos electorales más observados, comprometidos y polémicos de los últimos años. A pesar de que la Administración del Presidente Trump se niega a día de hoy a aceptar la victoria de la candidatura Biden-Harris y no se ha iniciado la transición oficial; y a pesar de que hay decenas de demandas judiciales sobre la mesa de distintos circuitos judiciales, parece claro que cuando el 6 de enero se cuenten los votos electorales, Joe Biden será el nuevo presidente de Estados Unidos.
Las elecciones fueron un enfrentamiento entre la nueva política y la vieja guardia. Un presidente sin ninguna experiencia política y un viejo representante del Establishment demócrata, figura anclada en Washington desde hace más de 40 años. Una dura retórica frente a una voz más diplomática; golpes de tweet frente a un mensaje más “clásico”. Es indudable que la presidencia de Biden va a estar muy alejada del estilo de Trump, pero, ¿realmente van a cambiar tanto las cosas? Es un fenómeno interesante ver cómo en el mundo, especialmente en Europa, se realizó una notable campaña a favor de Biden, anhelando un interlocutor mucho más amable con la visión geopolítica de la Vieja Dama. Sin embargo, creo que la dirección que ha tomado la política exterior estadounidense se aleja mucho de los deseos europeos. Este cambio de política exterior empezó con Obama (recordemos que Biden fue su vicepresidente durante 8 años) y que con Trump no ha hecho sino acrecentar el ángulo de viraje y dar avante toda. Es cierto que Biden hereda un panorama de relaciones muy complicado para el país, y que va a tener muchos frentes abiertos, pero se va a enfrentar fundamentalmente a 6 grandes retos:
El primero de ellos es inevitablemente China. Ya fue Obama quien cambió la prioridad en relaciones exteriores desde Oriente Medio a Asia; Trump, en su Estrategia Nacional de Seguridad de 2017 ya nombró a China como la “mayor amenaza” global a EEUU. Biden se enfrenta a una guerra comercial donde centenares de miles de millones están en juego. No sólo es un tema económico, de cómo se manejen estas relaciones depende el futuro del papel estadounidense en la política global. La firma este pasado domingo de la “Alianza Económica Regional Integral” (RCEP) supone un durísimo golpe para las aspiraciones de EEUU: el mayor tratado comercial del mundo, liderado por China y sin participación norteamericana. Asia es el actual y futuro campo de batallas de Estados Unidos, y ahí veremos sus mayores esfuerzos a todos los niveles: militares, económicos y diplomáticos.
Oriente Medio, a pesar de ya no ser el foco fundamental de la política exterior de EEUU, ha sido el mayor campo de victorias exteriores para Trump, especialmente en cuanto a promotor de los acuerdos de paz de Israel con Arabia Saudí y EAU. Para Biden será seguramente un dolor de cabeza. Es sabido que sus mayores aliados en la región apoyaban claramente la reelección de Trump y que Biden mejore el trato con Irán no es una perspectiva que les guste. Biden se ha ofrecido a retomar el acuerdo nuclear suscrito con la república de los Ayatolás ya levantar ciertas restricciones, pero toda negociación será muy dura.
Hablando de acuerdo nuclear, las relaciones con Corea del Norte van a ser o un talón de Aquiles o una victoria definitiva para Biden. Hereda un ambiente extraño, con una familiaridad aparente entre Trump y Kim Jong Un, pero dónde han faltado gestos reales. Corea del Norte cada vez está más armada, y Biden apuesta claramente por la desnuclearización y no permitir mayor avance a Corea del Norte, pero queda saber cómo pretende hacerlo.
Rusia, Europa y la OTAN. La tríada más controvertida de Trump. Se prevé que Biden adopte una postura mucho más dura con Rusia, retomando paquetes de sanciones. A pesar de ello, ha propuesto ya a Putin una prórroga sin condiciones del tratado START I para el control de armas. Biden tendrá una retórica mucho más amable con Europa y tendrá el reto de reconstruir las relaciones. Tiene la ventaja de que no apoya el Brexit, y prefiere una UE fuerte y unida, porque le ayudará en el flanco este de la Unión (frente a Rusia) y aspira a que ocupe el lugar americano en la seguridad del Magreb y Oriente Medio. Las relaciones en el seno de la OTAN serán difíciles. Una mejor retórica, pero seguirá el pulso por la aportación de los miembros y la pugna entre los objetivos americanos (Asia) y los del sur de Europa (África y Oriente Medio).
Por último, se espera que Biden trate de revertir las medidas más aislacionistas de Trump. Retomará la membresía de la OMS, firmará de nuevo el Acuerdo de París sobre el clima, afirma que detendrá la construcción del muro con México, relajará las restricciones antiinmigración, facilitará la naturalización de los llamados “dreamers”...
Pero no hay que olvidar una cosa. Biden va a heredar un país muy convulso y no se sabe hasta que punto podrá revertir las decisiones de Trump y realmente implementar su programa político. A la turbulencia exterior se suman los problemas interiores, especialmente la pandemia. Y realmente Biden no goza de un apoyo masivo. No sólo hablo de los más de 73 millones de votantes de Trump, si no de todos los que han votado no a Biden, sino contra Trump. Queda por ver cómo podrá conjugar y encajar todas las piezas del puzzle y si realmente consigue cambiar el panorama. Estaremos atentos.
Bibliografía recomendada:
1. Joe Biden vs. the American foreign policy establishment .
Por todos es sabido que el rumbo de las política exterior norteamericana depende mucho del carácter y voluntad del Presidente, pero especialmente del equipo detrás de ella. A pesar de existir una dirección común, compartida por diferentes Administraciones y Presidentes, son los pequeños matices personales y el equipo elegido quienes aportan el verdadero carácter a una "nueva" doctrina. POLITICO hace aquí un análisis de quién es más probable que forme el equipo de Joe Biden y cómo estos nombres van a influenciar en la nueva política exterior norteamericana.
2. The Future of US Foreign Policy
El prestigioso Carnegie Endowment for International Peace, think tank pionero y líder a nivel mundial, realizó en junio un seminario sobre el futuro de la política exterior norteamericana. Con la participación de Join Michèle Flournoy, Jake Sullivan, Stephen Walt, y Aaron David Mille, discuten sobre 3 grandes preguntas: ¿Puede Estados Unidos liderar en este mundo cruel y complicado? ¿Cómo debería desplegar su poder y con qué fines? ¿Y cómo influirán los desafíos galácticos de la recuperación nacional en la capacidad de Estados Unidos para desempeñar un papel global influyente?
3. The Making of US Foreign Policy
Se habla mucho de cómo afecta al mundo la estrategia de política exterior norteamericana, pero se reflexiona poco acerca de cómo se crea y promueve. A pesar de ser un documento del año 2000, esta publicación del Departamento de Estado norteamericano resulta un documento de referencia acerca de la toma de decisiones al más alto nivel en Estados Unidos; el papel de la sociedad civil en el debate; el papel de think tanks y lobbies; y, extremadamente importante hoy en día, cómo afectan a la toma de decisiones Internet y los medios de comunicación.