El pasado 19 de noviembre, los argentinos eligieron a Javier Milei como su nuevo presidente, otorgándole un porcentaje de votos sin precedentes en la historia electoral del país sudamericano. Con la victoria de este individuo, comúnmente etiquetado como "ultra", "libertario" o "liberal", y la simultánea derrota del peronismo/kirchnerismo liderado por Sergio Massa, Argentina parece encaminarse hacia un escenario donde las reformas económicas y la transformación en la gestión de los asuntos públicos serán una prioridad en la agenda política liberal de Milei.
¿Cuál ha sido el camino que ha llevado a esta situación?
Argentina, que en los albores del siglo XX fue uno de los países más ricos del mundo, culminó la centuria como uno de los más endeudados. En el transcurso, hubo gobiernos democráticos, dictaduras militares, populistas, reformistas… todo lo imaginable. Sin embargo, para inicios del siglo XXI y tras varios intentos de reformar la economía del país por parte de distintas administraciones, la nación del cono sur se encontraba en serios problemas.
En el año 2002, al abandonar la convertibilidad entre el peso y el dólar, que establecía un tipo de cambio fijo entre ambas monedas, la inflación se disparó un 10,4% sólo en el mes de abril de dicho año. Este fenómeno condujo a una mayor huida de capitales y una pérdida del poder adquisitivo. Cabe recordar que, en ese momento, ya había tenido lugar el denominado "Argentinazo" en diciembre de 2001, durante el cual, como resultado de la crisis socioeconómica, los ciudadanos se habían lanzado a la calle coreando el grito “que se vayan todos”. En apenas 18 meses, 5 personas distintas ocuparon el sillón presidencial.
Esta era la realidad del país cuando se enfrentó a sus elecciones presidenciales en 2003. De esas urnas salió como ganador un desconocido gobernador del área austral de la nación, Néstor Kirchner. Con él, y con la presencia constante de su esposa Cristina, el país logró una mayor estabilidad económica inicial, acompañada de transformaciones estructurales como la reforma en la elección del poder judicial o el enjuiciamiento a militares y civiles por los crímenes cometidos durante las décadas de los 70 y 80.
Los argentinos, parecían premiar al presidente peronista y llevaron a Cristina a la presidencia en 2007. Tras el fallecimiento de Néstor en 2010, Cristina fue reelegida. Los 12 años seguidos de gobierno se caracterizaron por un liderazgo personalista, fluctuaciones económicas notorias y un constante enfrentamiento con la prensa y sectores de la oposición. Para 2015, en un balotaje ajustado, los argentinos cambiaban de rumbo y colocaban como presidente a Mauricio Macri, el jefe de gobierno liberal de Buenos Aires. Macri transformó la estrategia de política macroeconómica, renegoció préstamos con organizaciones internacionales e intentó liberalizar la economía. Sin embargo, en 2019, los ciudadanos consideraron que los cambios eran insuficientes o desfavorables. En las elecciones de ese año, eligieron presidente a Alberto Fernández, jefe de gabinete de Néstor y Cristina, y designaron a la expresidenta como su compañera de fórmula.
No obstante, la economía y la crisis social continuaron acentuándose en un contexto de pandemia; una inflación récord que ha incrementado los precios un 448% desde 2019 hasta el presente año, y una vicepresidenta imputada en 8 causas por corrupción.
¿Dónde estaba Milei?
Mientras iniciaba el gobierno de Alberto Fernández, un desconocido profesor de economía con un historial de fútbol y rock a sus espaldas emergía como una voz estrambótica y crítica de toda la clase política nacional. Milei recuperó las ideas de Alberdi y de Alberto Benegas Lynch, referentes liberales argentinos, y dejó clara su comprensión del liberalismo como “el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión y en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad”. Javier Milei ganaba poco a poco adeptos con propuestas como la dolarización de la economía, la eliminación de varios ministerios y fuertes cambios en política internacional. De este modo, en el año 2021, obtuvo la elección como diputado y, más recientemente, como presidente.
Resulta fundamental subrayar que Milei y su estilo estridente no alcanzaron la victoria por sí mismos; requirieron, en segunda vuelta, de la colaboración brindada por Patricia Bullrich (quien ocupó el tercer lugar en las elecciones) y el expresidente Macri. En cuestión de semanas las fuertes críticas y agudos ataques fueron reemplazados por una alianza antiperonista.
¿Y qué hará Milei?
La gran mayoría de promesas hechas por el presidente electo requieren de leyes y reformas para convertirse en realidad. Es decir, necesita de mayorías bicamerales (en el senado y congreso) para poder llevarlas a cabo. Con números insuficientes en ambas cámaras, requerirá del voto positivo del partido de Bullrich y Macri, Juntos por el Cambio, una coalición antiperonista con un amplio espectro político. Esto requerirá de una gran habilidad negociadora y conciliadora por parte de un político hasta ahora desconocido en el manejo de la tramitación legislativa.
Algo está claro: Argentina ha transitado décadas de cambios en la dirección gubernamental y enfrentado crisis agudas, lo que hace que el panorama y la disposición social para aceptar reformas significativas permanezcan como una incógnita. Actualmente, Javier Milei representa una novedad, pero aún está por ver si puede capitalizar su apoyo en reformas que sean aceptadas por una sociedad acostumbrada a la incredulidad política y la incertidumbre.