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Contusión Nacional

¿Qué significa ser mexicano? A lo largo de la historia, esta pregunta ha suscitado diversas respuestas, pero también ha generado confusiones y contradicciones. En este escrito, me propongo examinar una de estas confusiones, a la que Juan Miguel Zunzunegui denomina como el primer mito que nos causó traumas.

El mito del indígena mágico.

Este mito se basa en la noción de que la cultura mexicana sólo se identifica con la cultura indígena y que esto sirve como una fuente de orgullo y reivindicación frente al pasado colonial y al presente neocolonial que nos ha dejado postrados en la lona como si de Lucha Libre se tratará.

La ya no tan reciente solicitud del presidente Andrés Manuel López Obrador al rey de España y al papa Francisco generó demasiada polémica instigando perdón por los abusos cometidos durante la conquista de México. Aquello fue tan solo un ejemplo más de este mito que se ha arraigado en el seno de la sociedad mexicana. En palabras del actual mandatario mexicano era impositivo iniciar "una nueva etapa de reconciliación". Que España pidiera perdón era "Entender que debemos perdonar. No olvidar, pero perdonar. Es un acto de humildad ofrecer perdón, es un acto que dignifica tanto al que lo ofrece como al que lo recibe". Sin embargo, la realidad histórica y cultural de México, que es el resultado de un complejo proceso de mestizaje, sincretismo e hibridación entre lo español y lo indígena, es simplificada y distorsionada por esta perspectiva.

Para tener una mejor comprensión de este proceso, es necesario repasar algunos aspectos de la historia de México antes y después de 1821, año en que México obtuvo su independencia de España. Antes de ese momento, la región actual de México carecía de ese nombre ni de una entidad política o cultural única. Estaba habitado por una variedad de pueblos indígenas con diferentes idiomas, tradiciones, religiones y organizaciones sociales. Algunos de estos pueblos, como los olmecas, los mayas, los teotihuacanos y los mexicas, construyeron civilizaciones avanzadas con grandes ciudades, monumentos, sistemas de escritura, calendarios, matemáticas y astronomía. La llegada de los españoles en 1519 provocó una guerra de conquista y colonización que duró tres siglos. Los españoles dominaron a los indígenas en términos políticos, económicos, religiosos y culturales, pero también se mezclaron con ellos, creando una nueva población mestiza que combinaba características de ambas culturas.

La figura de la Malinche, una mujer indígena que fue intérprete y amante de Hernán Cortés, el líder de la expedición española que conquistó el imperio mexica, es uno de los personajes más emblemáticos de este mestizaje. La Malinche se ha considerado una traidora a su pueblo, y el término malinchista se usa para denigrar a los mexicanos que prefieren lo extranjero a lo nacional. No obstante, la Malinche también se considera una figura de mediación cultural que facilitó la conversación y la negociación entre los españoles y los nativos americanos, y que dio origen al primer mestizo de México, Martín Cortés. El mestizaje no fue sólo biológico. Los mestizos fusionaron elementos de las culturas indígenas y españolas y desarrollaron nuevas formas de expresión artística, literaria, musical, religiosa y gastronómica.

José Vasconcelos afirmó que el mestizaje era “el resultado de una raza cósmica que combinaba lo mejor de cada una de las razas que la componían”. Sin embargo, considero que la armonía cultural o la igualdad social no eran el resultado del mestizaje. Por el contrario, a pesar que se promulgaron leyes para proteger los derechos indígenas, la sociedad colonial se basó en un sistema de castas que clasificaba a las personas según su origen étnico y su color de piel, otorgando privilegios y derechos a los blancos, mientras que discriminaba y oprimía a los indígenas y mestizos. Todo esto marcó la cultura colonial que incluso se mantuvo incluso después de la propia independencia.

La consecución de la independencia de México se debió a una batalla bélica que se prolongó durante un período de once años, en la que participaron diversos actores sociales con diferentes intereses y planes políticos. Miguel Hidalgo, José María Morelos, Ignacio Allende y Vicente Guerrero fueron los principales líderes de la independencia, quienes lideraron a las masas populares, compuestas por indígenas, mestizos y criollos, que buscaban liberarse del “yugo” español. En 1821, se produjo la consecución de la independencia con la aprobación del Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, los cuales establecieron el Primer Imperio Mexicano, liderado por Agustín de Iturbide. La consecución de la independencia en México no significó el fin del mestizaje, sino su prolongación y transformación. El mestizaje continuó siendo una característica distintiva de la identidad nacional, pero también provocó controversia y discusión. Algunos grupos, como los liberales, apoyaron el mestizaje como una virtud que representaba la diversidad y la riqueza cultural de México. Otros grupos, como los conservadores, propusieron el blanqueamiento como una forma de mejorar la raza y rechazaron el mestizaje como un signo de degeneración e inferioridad. El mestizaje también fue utilizado para mitificar y manipular políticamente. Algunos mitos, como el del indígena mágico, destacaron la herencia indígena como la esencia de lo mexicano y negaron o minimizaron la influencia española.

El mestizaje es un fenómeno cultural e histórico que ha marcado la identidad de México, pero también ha provocado confusión y contradicciones. El mestizaje es una construcción dinámica y diversa que ha cambiado con el tiempo y el espacio, reflejando las tensiones y los cambios en la sociedad mexicana. No hay una verdad absoluta ni indiscutible sobre el mestizaje; más bien, es una interpretación subjetiva y discursiva que ha sido influenciada por las ideologías y poderes que han dominado la historia de México. En resumen, el mestizaje representa una dificultad, pero también una oportunidad para comprender y cambiar la situación actual de México.